sábado, 30 de enero de 2010

Palabras de despedida...

"Tú simplemente buscaste
las palabras adecuadas
para hacer un montón
de sentimientos
que se desvanecen."
Preciosa y pegadiza canción de Robin Williams.

sábado, 23 de enero de 2010

Arcoiris




A veces
por supuesto
usted sonríe
y no importa lo linda
o lo fea
lo vieja
o lo joven
lo mucho
o lo poco
que usted realmente
sea
sonríe
cual si fuese
una revelación
y su sonrisa anula
todas las anteriores
caducan al instante
sus rostros como máscaras
sus ojos duros
frágiles
como espejos en óvalo
su boca de morder
su mentón de capricho
sus pómulos fragantes
sus párpados
su miedo
sonríe
y usted nace
asume el mundo
mira
sin mirar
indefensa
desnuda
transparente
y a lo mejor
si la sonrisa viene
de muy
de muy adentro
usted puede llorar
sencillamente
sin desgarrarse
sin deseperarse
sin convocar la muerte
ni sentirse vacía
llorar
sólo llorar
entonces su sonrisa
si todavia existe
se vuelve un arco iris.

Mario Benedetti


Reparto de roles



“Es la primera vez en mi vida que estoy en primera fila, exceptuando la vez que me casé”

Esta frase que escuché en la serie americana de los Simpsons, me hizo reflexionar sobre aquellas personas que pasan a nuestro lado casi desapercibidas y en otras que parecen ser constantemente protagonistas. Éstas últimas aparecen a veces de forma voluntaria y consciente, y en otras ocasiones, las más auténticas, por su carácter y forma de ser sencilla y natural, terminan siendo protagonistas de algún suceso, anécdota o situación de la vida diaria, en sus diferentes contextos: familia, amigos, trabajo…

¿Qué será mejor, pasar desapercibido o ser protagonista?

Consultando en la wiki el origen y sentido del término protagonista, me quedo con esta frase:

“Por cada protagonista que hay en tu vida hay un antagonista.”

viernes, 15 de enero de 2010


"La paciencia es un árbol de raíz amarga pero de frutos muy dulces". Proverbio persa
El principo de semana, no ha sido idílico precisamente.
Se han dado una serie de circunstanias que ya podían haber venido de una en una, pero para hacerse notar, se han puesto de acuerdo y han puesto a prueba mi nivel de paciencia una vez más.
 Ya de pequeña, me insistieron mis padres en que la paciencia es una de las cualidades a desarrollar, especialmente si por carácter tienes cierta tendencia a ser impaciente o impulsiva. Aunque esta valoración paterna, cuando ya eres adulta, te das cuenta que  en gran parte, ha sido consecuencia de imitar bien a tu padre o a tu madre.Y ahora me veo diciendo frases que cuando era más joven, me prometí que nunca diría a mi hijo, transmitiendo de forma inconsciente patrones de conducta calcaditos de mi madre, en relación al cultivo de la paciencia .Como se enseña con el ejemplo más que con las palabras, al final haces un nuevo esfuerzo, volviéndote un poquito más fuerte, y  a ser más reflexiva  y en consecuencia más positiva ante la adversidad.

Y como hay que esperar, para no desesperar, nada mejor que descargar
adrenalina, escuchando y si lo bailas en compañía, mejor que mejor...


domingo, 10 de enero de 2010

Abrir bien los ojos...


..nos conduce a la consideración del valor y sentido de los detalles.
Detalles como señales.
Detalles como muestras de cariño.
Apreciar y practicar el detalle como un  principio
esencial en nuestras vidas.
Chambao lo expresa muy bien en esta canción:



jueves, 7 de enero de 2010



יום שמח החתים את חיי.



אני יודע שאתה מאושר, מכיוון שאתה משתף בימים אלה עם הנזירים שלך.


גם אני, מכיוון כמיטב מתנה כאן 12 שנים, 4 חודשים ו- 11 ימים, לינה בלבי.


ידוע לך כי אני אוהב אותך אל האינסוף ומעבר.
 
 



La noche nos confunde, o mejor sea dicho, perturba al personal masculino.

Cada vez que un hombre ( de los que yo conozco, ¿eh? no me gusta generalizar…) se ofrece a hacer de guía turístico ya sea en tierras desconocidas o en su lugar de origen, me echo a temblar. Pienso en mis sufridos pies y en pedir cita a mi podólogo.

Tenemos afición a las grandes avenidas, a los paseos en diagonal o en línea recta, pero camuflados en círculos concéntricos de varios kilómetros, y esta vez con nocturnidad y alevosía. Y todo por unos apetecibles churros, que nunca llegaron a su destino: nuestros estómagos, carentes de algo sólido, porque en cuestión de líquidos íbamos bien serviditos, aunque unos más que otros, para qué nos vamos a engañar.

Lo cierto, es que no aprendemos de las experiencias previas. Eso de reflexionar y tener en cuenta ciertas variables que nos conducen a perdernos, pero sin isla de por medio, no va con nosotros. Y eso que nos acompañaban dos psicólogos, por lo de la orientación espacial más que nada. Pero el que hacía de guía lo tenía muy claro: comer churros a toda costa. Daba igual si la churrería estuviese cerca del polígono industrial o si la hora de apertura fuese distinta a nuestro paseíto nocturno. Todo sea por dar gusto a los amigos.

Como en todo estudio de campo que se precie, se combinan peligrosamente unas variables que anteceden las conductas, absurdas y surrealistas, que es lo que mejor definen nuestros paseítos nocturnos. Y otras causantes del resultado final.

Respecto a las primeras, varias horas de bailoteo sin fin, en una macro discoteca, por cierto muy buena, a excepción del pincha discos, que esa noche, tendría otros planes, y dejó programada la música, de lo más simple, hortera, machacona y otras de padre desconocido.

En su selección cuidó especialmente que no olvidásemos cada una de ellas, ya que el nº de repeticiones, las distribuía de forma aleatoria, de forma que al final dudásemos si ya la habían puesto hace 5, 10 o 15 minutos.

Otra variable antecedente, los zapatos femeninos, por supuesto de tacón, no excesivamente escandalosos, pero tras cinco horas de pie y sin dejar de bailar o de sujetar la pared, como fue mi caso, tenían vida propia, suplicando un tiempo muerto.

A todo esto, hay que añadirle el estado de “shock” en que entraron una vez más, parte del personal masculino que nos acompañaba, ¡cómo no en la barra, y estudiando nuevamente el estilismo lencero de la camarera!

Por experiencias anteriores, he comprobado que llegado a este punto: copas, barra, camarera y escote, le restan agilidad mental y toma de decisiones lógicas, al personal masculino que más tarde harían de guías nocturnos.

Cuando por fin salimos de ese garito, no sé quién decidió que todos en amor y buena compañía, fuésemos a por churros. Aunque ahora que recuerdo, fui yo misma la que provocó en parte dicha situación, comentando ingenuamente, si el anfitrión del evento de año nuevo, nos iba a agasajar al día siguiente con un buen desayuno en la cama y con churros. Todo dicho insisto, de forma inocente y sin dobles sentidos. A lo que respondió con un ofrecimiento personal de un surtido variado de tipo de churros, por supuesto grandes, para todo el personal femenino allí presente. Sin comentarios...

El caso es que comenzamos a andar, unos más rápidos que otros, yo como siempre de las últimas, intenté calcular cuánto tiempo tardaría en poner mis posaderas nuevamente a buen recaudo aunque fuese en una silla espartana. Cálculo inútil, ya que tras varios kilómetros y dos paradas momentáneas del guía, como intentando trasmitir seguridad, la churrería en cuestión no aparecía. Justo cuando en la retaguardia vamos comentando que nuestro anfitrión se ha perdido, se gira en redondo y nos dice que no se acuerda de dónde está y se disculpa. Momento inolvidable. Acto seguido, nuestro segundo guía toma el relevo, y nos conduce de forma directa y sin tantos rodeos a casa. Es curioso, pero no precisaron hablar para intercambiar los roles de guía. Creo que les bastó observar y valorar la cara de cansancio del personal femenino.

Reventada y de vuelta para casa, con el estómago vacío y con un gran interrogante en mi cara, me preguntaba: ¿Ha pasado lo que creo que ha pasado? ¿Otra vez hemos hecho la carrera de San Silvestre, pero sin estar apuntados de forma oficial?

Ya en su casita, con el pijama puesto, con la cara lavada y con los patucos puestos, nuestro anfitrión nos compensó con un buen desayuno casero.

Ahora sólo me cabe preguntar: ¿Aprenderemos la próxima vez?

Pd: Todo lo aquí relatado, es ficción. Cualquier coincidencia con la vida real, es pura casualidad…