
Lealtad
Virtud a cultivar a lo largo de nuestra existencia.
Hermosa palabra, plena de por sí, llena de matices y aplicable a variados contextos cotidianos de nuestras vidas.
Las personas de bien consideramos imprescindible este valor en nuestra vida. Valor, actitud o predisposición, que orienta nuestro comportamiento.
Es en su concreción real, donde toma sentido.
De poco valen hermosas palabras cargadas de buenas intenciones leales, que se diluyen con el paso del tiempo o que se enturbian o llegan a oscurecer cuando se trasforman en su antónimo: la traición.
¿Quién no se ha sentido traicionado alguna vez en su vida?
¿Quién pierde más? ¿El que traiciona o el que es traicionado?
¿Se puede perdonar una traición?
Para todas estas preguntas, que imagino que alguna vez todos nos hemos hecho, no hay una única respuesta.
Todo depende del grado y los matices que hagamos a los conceptos de lealtad y de traición.
Para algunos un acto indiscreto que revele algún punto débil de nuestra personalidad, puede llegar a ser una traición perdonable. Para otros, el vulnerar la intimidad compartida de dos buenos amigos, o de la que fue tu pareja será imperdonable.
Todo dependerá de los límites que pongamos a ambos términos.
Y después de la traición, ¿Cómo nos sentimos? ¿Cómo continuar? Parece que nos quedamos cojos, que nos falta una muleta en la cual apoyarnos, especialmente si la traición procede de alguien a quien consideramos de forma incondicional.
Respecto a cómo seguir adelante, me imagino que dependerá de nuestra fortaleza emocional y de la calidad y no cantidad, de los apoyos emocionales.
Hoy he revisado y puesto a prueba una vez más, mi grado de lealtad. Sonrío, porque mis muletas afortunadamente no me han abandonado.
jejejejeje, extraído de las conversaciones con Gurb, verdad, querida Mariaurita...
ResponderEliminarMuaaaaaaaaaaaaaaaaa
Efectivamente, querido Watson.
ResponderEliminarBesos
Oye soy Gurb, a ti no te cuesta pronunciar el nombre este que te has puesto de bloguera, mariaurita es un poco dificil, no crees? esto me recuerda a cuando pido coacola, que nunca lo pronuncio bien...
ResponderEliminarEn fin...
Mua