jueves, 4 de marzo de 2010

Antes muerta que sencilla...

Las anécdotas de los amigos, hacen pasar un buen rato, con sonrisas, risas y carcajadas, que alivian tensiones y acompañan esos ratos de soledad no elegida, cuando se está lejos de los tuyos.

Ayer hablé con una amiga y le pedí permiso para trasladar lo que me contó, en el blog, ya que pienso que lo bueno, bonito, barato y alegre, hay que compartirlo.

Con el permiso concedido, paso a relatarlo. Procuraré ser lo más fiel al mismo, aunque no soy su protagonista.
La historia trata de los trámites necesarios para la expedición del pasaporte. Creo que era la primera vez que lo hacía, debido a todas las novatadas que tuvo que pasar.

Por mucho que una piense, planifique, prepare con tiempo todo lo necesario: pedir cita, informarse de la oficina, hacerse unas bonitas fotografías, llevar el dinero, ser puntual, al final hay algo que falla, y en su caso fue una cadena de aparentes razones absurdas (en el fondo lógicas) pero llenas de gran comicidad.

A la chica de la historia y para conservar su anonimato, la llamaremos a partir de ahora:
Ice Tea, sólo los amigos sabemos el porqué de este sobrenombre, jejeje…

Pues bien, Ice Tea, con motivo de un viaje al extranjero, que lleva preparando con tiempo, cayó en la cuenta, que no tenía pasaporte. Y como chica organizada donde las haya, pidió cita con tiempo, y preparó todo lo preciso.

Para quien no lo haya hecho, los únicos documentos que se necesitan: son el DNI ( no caducado, por supuesto) dos fotografías y 20 euros.

Ice, invirtió bastante tiempo en preparase para la sesión fotografía. No todos los días, nos retratan para la posteridad, al menos durante 5 años. Ese bello rostro o careto final, según la mano del fotógrafo y el rostro de la modelo, y las horas de descanso previas, harán que el resultado final, nos satisfaga o desearemos que el agente de la aduana no nos confunda con un pariente cercano de Bin Laden, o con una rubia camuflada y peligrosa, jejejeje

Ice seleccionó, preparó y cuidó que su vestido, complementos y maquillaje estuviesen perfectos para la sesión de fotos. Y en cuestión de pelos: trabajo extra, el peinado tiene que quedar perfecto, sin estar demasiado retocado, con un aire natural, pero que le favorezca. Imaginaros, el tiempo que invirtió, en todo este proceso. Todo sea, por salir bien.

Viernes por la tarde, fotos en mano y satisfecha con el resultado final. Sábado, salida nocturna con los amigos y Domingo de resacón: ojeras y palidez en el rostro. Y el lunes, cansada ya de tantos preparativos, decidió que para su viaje a Mérida, para tramitar el ansiado pasaporte, no tenía que ir tan preparada. Fue con la cara lavada y una simple coleta, a fin de cuentas, en las fotos ya estaba el resultado deseado.

Ya en la oficina, un último trámite: sacar número, de una máquina digital. Sobre esta cuestión, no me comentó nada.

Hasta aquí todo bien. Y por fin dicen su nombre, llega su turno y una amable funcionaria la atiende:

“Las fotografías, por favor”

Ella, muy orgullosa de sus fotos, se las entrega. La funcionaria, las mira, las remira y las vuelve a mirar. Cada vez que le echa un vistazo a las fotos, la mira a ella de reojo y mueve la cabeza en sentido negativo. Ice comienza a inquietarse, algo no va bien, no, no va bien…pero ¿Qué?, con lo estupenda que salgo en las dichosas fotos.
Por fin, la funcionaria dice: No, estas fotos no valen”
Ice dice: “¿EHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH? ¿Cómo que no valen?”

Antes de darle una explicación y para aumentar la tensión, se levanta de su puesto de trabajo y consulta a un compañero: le muestra las fotos, y el compañero también la mira de reojo y mueve la cabeza, con un no, muy claro.
Cuando vuelve a su sitio, le dice:
“En estas fotografías no se te ve toda la cara”
Ice: “Mi cara está ahí y entera”.
Funcionaria: “Sí, pero no se ven claramente todas tus facciones”
Ice: “¿EHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH?”
Funcionaria: “El flequillo te tapa la frente”

Lo que pensó Ice en ese momento, no lo puedo transcribir literalmente, pero se acordó del tiempo que empleó en peinarse y en colocar cada mechón de su flequillo, para que quedase perfecto: recto y uniforme, justo a la altura de sus ojos.

Ice se quedó de piedra, mejor dicho, compuesta y sin fotos. ¿Qué hacer?

La funcionaria, que estudiaba su reacción y acostumbrada a ofrecer soluciones, le dijo que podía ir a un fotomatón.

Ice pensó y maldijo para sus adentros: “¿A un fotomatón? ¿Yo? ¿En un fotomatón? Si nunca me hecho una foto, en una de esas máquinas, por algo se llaman foto- matón, porque matan tu rostro.” Es más, recordaba que las pocas veces que había estado en un chisme de esos, había sido en horas intempestivas, en la época de estudiante, echándose unas risas con los amigos.

Pero como no quedaba otra, allá que se fue. Ya en la máquina, rescató de su bolso, un peine que de casualidad llevaba. Con los nervios, el dichoso y diminuto peine, salió disparado en mitad de la calle, tuvo que cogerlo y volver a tratar de peinar su pelo, ya deformado de por sí por la coleta y las horquillas.

Y pensó, que su rostro tenía que estar visible. Su pelo fino y lacio, se resistía a dejar despejada su frente. Después de luchar un buen rato, con su indomable pelo y medio satisfecha del resultado, se concentró en seguir las instrucciones para hacer la foto: ajustar la altura del taburete, cerrar la cortina. Con esta último contratiempo no contaba, la cortina ya de por sí fina y deslucida, dejaba traspasar mucha luz del exterior. Así que supuso y con razón, que los efectos de la luz, se reflejarían en la foto.

Se relajó y se concentró nuevamente en seguir las instrucciones: repaso general: taburete bien, peinado, mejor no mirarlo más, cortina medio en su sitio, con transparencias incluidas y finalmente mirar al dichoso circulito. ¿Con sonrisa o con aspecto serio? Sobre esta última cuestión no me comentó nada, supongo que con cara de resignación y deseando salir de la experiencia fotomatón.

5 minutos de espera y………………. ¡Oh my Good! Pensó: “Si parece que vengo del Caribe, rubia platina con moreno de rayos uva. La responsable de este efecto no deseado, la dichosa cortina.”

Como pudo y con aspecto de colegiala, volvió con fotos en mano a la oficina.

La funcionaria, le dijo que esperase un momento y que tomase asiento. Otro funcionario, que pasaba por allí, le dijo a la compañera. “¿Es tu hija? Ice pensó, que favorecida no estaría, pero aspecto de niña, sí que tenía. ¡Qué le vamos a hacer! No hay mal que por bien no venga!

Cuando se las entregó de nuevo a la funcionaria, esta vez sí le dio el visto bueno.

“¡Por fin! Ya tengo el dichoso pasaporte”, pensó Ice

Y hasta aquí puedo contar.
Gracias por este relato Ice. Ya sabes lo que me reí cuando me lo contaste en primera persona.
Ya sabes, a partir de ahora, deja algo para los imprevistos y los efectos no deseados, jajajajaja

2 comentarios:

  1. jajajajajjajajajajaja, qué fuerte, lo de ice, esto creo que no lo ha leído la chica en cuestión como tú la llamas, pero si lo lee uuuuuuuuuuuuuuuuuuuu...

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  2. Fotos de carnet, 4€
    Gasolina para el coche, 10€
    Parking, 1€
    Cara de Ice Tea cuando la funcionaria dice:
    ¡Estas fotos no valen!
    ¡No tiene precio!

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